En el arca de Noé los animales llevaban tanto tiempo que
empezaron a organizar juegos y actividades para divertirse. Pero no tuvieron
mucho cuidado, y en uno de los juegos, un pájaro carpintero terminó haciendo un
agujero en el fondo del arca. El agujero empezó a crecer, y en poco tiempo
comenzó a entrar muchísima agua. Uno a uno, distintos animales trataron de
arreglarlo, peleándose incluso por ser los que salvaran el barco, pero ni
siquiera la presa del castor pudo hacer nada. Empezaron a asustarse y pensaron
que el barco se hundiría, pero entonces la abeja explicó a todos cómo ellas
siempre trabajaban todas juntas y en equipo, cada una haciendo lo que mejor
sabía, y todos comenzaron a organizarse y ayudarse: los pájaros tiraban todos
juntos del barco hacia arriba, los elefantes y otros animales grandes llenaban
sus bocas de agua para sacarla del barco, los más rápidos iban de acá para allá
juntando materiales que los que construían nidos y madrigueras utilizaban para
arreglar el boquete cada vez mayor. Así, todos trabajando, consiguieron frenar
un poco el hundimiento, pero no pararlo. Desesperados, siguieron buscando si
faltaba algún animal por ayudar. Buscaron y buscaron, pero en el barco no había
nadie más. Pero de repente, un pez se coló en barco, y los animales se dieron
cuenta de que ¡aún no habían pedido ayuda a todos los animales del mar!
Pidieron al pez que buscara ayuda para salvar el barco, y acudieron peces y
peces, y hasta una gran ballena que terminó por cubrir el agujero mientras el
resto de animales reparaban el barco. Y así fue como todos los animales se
salvaron con la ayuda de todos.
Autor: Pedro Pablo Sancristán.